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Muralista francesa rescata a un pueblo que olvidó el color
La artista Léo Arti cumple 5 años de pintura callejera en 25 de Agosto.
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
La Fiesta de la Patria Gaucha en Tacuarembó inspiró a la artista para pintar los murales de la casa que compró en la Villa 25 de Agosto. Foto: AFP
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MAURICIO RABUFFETTI | AFP21 jul 2017
Al centro del mural que pintó en la fachada de su atelier, asoma sonriente, desde una ventana, Léo Arti, la artista francesa que revolucionó con su pintura figurativa y una variadísima paleta de colores la villa 25 de Agosto, viejo emblema ferroviario del departamento de Florida.
Dicho en pocas palabras, en el lugar las actividades no son demasiadas. El movimiento comercial es escaso. Son pocos los peatones que se aventuran por las calles anchas y polvorientas en un día frío aunque soleado de invierno. El centro neurálgico de la villa era la estación de trenes que hoy luce desolada.
Por momentos, como ayer aturdía el paso de las locomotoras tirando de los vagones, hace años que el silencio aturde, pero el ánimo cambió con los murales y las visitas de turistas.
Léo Arti, nombre artístico de Michele Dubaux, elegido en homenaje a su tía materna, es una mujer alta, de mirada firme, cabello blanco y corto, que se pasea por el pueblo ataviada con ropas de colores, tantos como los que exhibe su obra plástica.
Fundada en 1873, la villa 25 de Agosto se había convertido, al decir de algunos habitantes, en "un pueblo gris" al que la llegada de Léo le puso vida.
La artista afirma que nunca hubo un plan preciso para convertir a la ciudad en una suerte de tela gigante. "No vine aquí para esto. Ocurrió naturalmente", afirma Léo, que conoció Uruguay en 2006, en un viaje junto a su esposo.
La primera vez que visitó el pueblo, ubicado a una hora de viaje al norte de Montevideo, lo primero que hizo fue recorrer la vieja estación del ferrocarril sobre las vías, y entonces tuvo la impresión de transportarse en el tiempo al siglo anterior.
Por eso en 2007 el matrimonio compró una casona para restaurar y allí residir, y también otra vivienda en donde montar el taller de arte. "Cuando pisé este lugar no había nadie. Es el pueblo lo que me atrapó. Me dejé atrapar por el pueblo. Su encanto. Esa energía sin energía. Es el vacío total. Para un artista es lo mejor que se puede pedir", resume.
Paradojalmente, en la actualidad 25 de Agosto pasó a ser un punto turístico debido a que tiene una ruta de murales. Son más de 70 las pinturas que se lucen en las paredes de un poblado de 1.800 habitantes.
En su casa.
El atelier de Léo Arti es un emporio visual que abarca desde los pasteles hasta los potentes tonos del mundo caribeño que supo disfrutar.
En una gran sala hay muchos cuadros en las paredes y otros en caballetes o prolijamente ordenados sobre un piso de hormigón y ladrillo, que la artista decoró con chorros de pintura a lo Jackson Pollock. El clima especialísimo se completa con las botellas de óleos y acrílicos, los pinceles, los cuadernos de croquis y bocetos, las telas, los libros y los discos.
"El trabajo del artista es estar inspirado", afirma la pintora. A diferencia de otros colegas, ella tiene buena parte de su obra donada de hecho: es parte de la vida de los dueños de las casas en las que dibujó.
"No trabajo más mi arte para mí misma. Pinto sus deseos sobre sus muros. Considero esto como una donación de mi trabajo", cuenta.
Algunos pobladores le piden que pinte jardines de ensueño, delfines o escenas de candombe. Primero fueron alumnos suyos que la entusiamaron para que los ayudara a traducir obras de ellos en sus casas. Después se sumaron otros pobladores que le solicitaron desde imágenes de santos hasta figuras icónicas de la historia del país en distintas áreas.
A los 69 años, Léo no cobra los murales, que ha realizado con ayuda de unos pocos alumnos. Pero depende de su arte para vivir: además de dar clases, vende cuadros.
Ella sabe que si un día deja el pueblo es posible que las pinturas callejeras no reciban mantenimiento y de a poco se vayan esfumando.
"Son obras efímeras, ya no me pertenecen más", afirma. Ante la pregunta: ¿se irá o no algún día de la villa?, la artista francesa no anda con vueltas. "Soy una gitana. Es la libertad lo que me atrae".
La recompensa.
Sus alumnos consideran que a estas alturas lo que debe valorarse es el camino recorrido desde que Léo Arti comenzó a trabajar en la villa y con eso a auspiciar el movimiento de visitantes.
Norma Figueredo, de 67 años, vive desde siempre en 25 de Agosto. Ella tiene en su jardín un mural candombero que piensa "inaugurar" en una fiesta junto a sus vecinos.
En una frase resume el éxito del proyecto de Léo: "Nos cambió la villa. Era triste, apagada. Ahora toda la gente viene. Fue como un despertar".
Arte abierto.
Muchos de los murales de la villa 25 de Agosto están firmados por Léo Arti. Pero hay otros que llevan la firma de vecinos, alumnos de su taller, la mayoría mujeres. La movida que comenzó hace cinco años cada vez da más frutos. Las pinturas convocan a visitantes de Canelones, San José y Florida y también hasta promueven excursiones en tren que salen de Montevideo. Para que el pueblo se consagre como destino turístico, incluyendo a cruceristas, abundan ideas, por ejemplo que otros artistas se muden a lo que era una villa olvidada.
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