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miércoles, 16 de agosto de 2017

La increíble historia de vida de Changa, el africano de Peñarol

Llegó de Gambia, no entendía el idioma y la familia Cartes Maidana lo "adoptó"

La vida era dura en la tribu Manjako. Los días en Gunjur, un pueblo de las afueras de Gambia, en África, pasaban en medio de la pobreza de una familia grande donde la madre viajaba para recolectar verduras.

Changa salió de su país con una mano atrás y otra adelante. Apenas US$ 50 en el bolsillo. Miraba los carteles en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, y no sabía para dónde agarrar. Pasó un día entero sin comer allí. Y llegó a Uruguay. Lo subieron a un ómnibus de Peñarol. Los ojos grandes. Una mezcla de temor y desconfianza le invadía el cuerpo. No hablaba una palabra. No conocía el idioma. Solo se expresaba en inglés.

Su compañero de asiento venía con un paquete de galletitas en la mano. Estiró la mano y le ofreció. Changa tomó una y comió. Al rato Fabián Píriz le hizo el mismo gesto con la caja de jugo. El viaje siguió su curso. A los pocos minutos el africano se paró, revolvió la mochila y sacó una banana. La peló, la partió a la mitad y le dio media a Fabián. Un gesto de nobleza.

El futbolista africano de 16 años llegó a la práctica y no entendía nada. Sin embargo, al día siguiente el destino puso en el camino de Changa a un joven que lo terminó adoptando como un hermano: Luis Iván Cartes. La historia de Changa Bass es digna de un cuento.

El hermano Iván

Fueron una, dos, tres palabras y una frase en inglés. El idioma los identificó. Changa encontró en Luis Iván a la persona con la que se podía comunicar. Su único nexo con el nuevo país.

"No conocía nada de Uruguay. Cuando llegué fui a la casa de Carlos (Larghero) y Marissel, en Pocitos. Cuando fui a entrenar no entendía nada. El segundo día me encontré con Iván que hablaba un poco de inglés. Cuando llegué a casa le dije a Carlos: 'Sabés que tengo un compañero que habla muy bien inglés, se llama Luis Cartes'. Y me dijo: 'Bueno, un día invitalo a comer'", comenzó contando Changa a Referí, rodeado de su mamá adoptiva Jenisse Maidana, sus hermanos Iván y Luana y sus compañeros Fabián Píriz y Erick De los Santos.

Y ese día llegó. En plena comida el odontólogo Larghero, que había traido a Changa a Uruguay, le contó a Cartes la historia.

"El hombre me comentó que se tenía que ir porque vivía en España y me dijo que a Changa lo iba a dejar pero no sabía cómo, ni con quién. Que tenía un apartamento en Pocitos pero que la señora que vivía ahí era una señora grande y no era compatible que viviera con ella. Y me dijo que lo iba a dejar en una pensión", comenzó diciendo Iván a Referí.

El chico, golero de las juveniles aurinegras, continuó con el relato: "Cuando me contó pensé en la cantidad de gente del interior que me contó lo duro de vivir en pensión".

Iván volvió a su casa destruido anímicamente. Su amigo africano quedaría sin rumbo en Uruguay. No tenía contrato con Peñarol y su visa se vencía. Ese día su madre Jenisse lo esperaba para comer. El chico cruzó la puerta y lo primero que le contó fue la historia.

"Mamá, ¿te acordás del compañero africano que tengo? Bueno, Changa se tiene que quedar solo en Uruguay. ¿Se puede quedar con nosotros?", le dijo Iván. Su madre no lo dudó ni un instante. Sin consultar siquiera a su esposo Héctor, respondió afirmativamente.

Pero aún quedaba una charla pendiente. Con el abuelo Luis. Maidana, vieja gloria de Peñarol de la década de 1960, es un hombre cerrado en algunas cosas. Algo propio de una persona formada en otros tiempos. "¿Cómo le decimos?", fue la pregunta que se hicieron Iván y su mamá Jenisse.

Al otro día, minutos antes del almuerzo, abordaron el tema.

"Ella empezó a hablar y le contó toda la historia y nos sorprendió porque nosotros le teníamos miedo, pero nos dijo que sí enseguida. Tanto él como mi abuela me sorprendieron por cómo lo tomaron, le abrieron las puertas de casa", expresó Iván.

A los pocos días Changa apareció en la casa de los Cartes-Maidana con sus bolsos y su cama.

Mi hijo africano

Los primeros tiempos no fueron sencillos. El chico no hablaba español. Solo se comunicaba con Iván. La casa era chica. Pero se acomodaron. La prueba de amor y cariño más contundente la brindó el papá de Iván, Héctor.

"Era una casa chica en Carrasco Norte. Nos repartimos los dormitorios, uno mis abuelos, en otro mis padres que lo compartían con mi hermana Luana y después nosotros dos nos agarramos un cuarto. Estábamos bastante amontonados", dijo el nieto de Maidana.

Su mamá acotó: "El tema era cómo nos repartíamos para que Changa tuviera su confort. No lo podía acostar en el sillón porque al otro día se tenía que levantar a las 7 de la mañana para ir a entrenar. Entonces mi marido se acomodó en el sillón y yo dormía con Luana en la cama". Al cabo de un tiempo la familia se mudó para una casa más amplia.

La convivencia

Y ahí arrancó una nueva etapa. Convivir con un chico africano al que "adoptaron" como uno más de la familia.

"En ese momento era muy difícil sacarle las palabras, era con un pinza, no te decía muchas cosas. Pero con el tiempo me contó que su papá falleció, que en su casa se juntaban todos en una mesa para comer con las manos. Carlos me contó los pormenores de su vida que, como todos los países de África, su lugar es pobre, humilde, de escasos de recursos, y que Changa estaba en una situación de hambre como hay en casi toda África. Ahí fue cuando nos terminamos de consolidar como amigos", dijo Iván a Referí.

Changa no olvida su primer día en la casa de su nueva familia.

"Me levanté y viví cosas diferentes en mi vida. Claro, allá a veces tomaba un café con leche, si sos pobre no comés de mañana, de tarde y de noche. Acá me levanté y me dieron un café. Lo que me gusta más acá son el mate, el asado, los bizcochos", dice entre risas.

"Changa ha sido un niño muy respetuoso, muy educado, cariñoso, feliz, muy alegre. Como verán nosotros tenemos a Luana que tiene 24 años y a ella no la pudimos escolarizar por un tema de patología de su nacimiento y teníamos que sumarlo, que fuera natural para todos. Él tenía que adaptarse a Luana también porque no es una niña común. Si él no hubiese sido capaz de eso, capaz que rechazaba a la familia más allá de que hubiese sido la única posibilidad porque en Peñarol no podía ir a la casita por no estar fichado. Y yo no podía dejarlo en una pensión siendo menor de edad", contó Jenisse Maidana.

A medida que se fueron acomodando, la familia inició los trámites para regularizar los documentos. Y lograron que Changa obtuviera su cédula de identidad uruguaya.

Mi mamá, mi hermano

Luis Iván Cartes habla con una madurez increíble. Dice que jamás tuvieron complejos por llevar a una persona negra a su casa. Que se molestó más de una vez cuando miraron raro a Changa cuando caminaban por la calle. El africano reveló que dos por tres habla con su madre natural, que viaja a trabajar a Guinea Bissau. "En mi familia él es uno más, es el séptimo nieto de mis abuelos que lo aceptan como un nieto más. Es el tercer hijo de mis padres, el hijo menor. Es mi hermano. Se incrustó en nuestras vidas como si fuera de nuestra sangre y toda la familia, mis primos, mis tías lo aceptaron y lo quieren. Es uno más", dice Iván.

Changa admite: "No tengo palabras para agradecer. Luis Cartes es un muchacho muy importante en mi vida porque me enseñó muchas cosas y siempre me decía esto es lo mejor para vos. No tengo palabras con la familia. A Jenisse nunca la llame por su nombre, le digo mamá. A Luis Maidana le digo abuelo".

La historia de vida de Changa parece un cuento. Todo se dio con naturalidad. "Esto fue algo mágico, no hay una explicación. Parece un cuento", dijo Jenisse Maidana.

Luego de un año de espera, la semana pasda Changa fue fichado en Peñarol. "Encontrarme con esta familia fue un regalo de Dios. Extraño mi país, mis amigos, pero nunca lloré porque lo que quiero lo tengo acá en casa". No pide ni sueña con grandes objetivos. Solo ser profesional. Su meta es clara. "Mi hermano está trabajando en un hotel chiquito en Gambia. No le pagan mucho. Mi madre trabaja en el campo. Quiero ser profesional para poder ayudarlos. Que vivan en mejores condiciones".

La increíble llegada a Uruguay

La historia de Changa es increíble. Su desembarco en Uruguay fue tan casual como que el odontólogo uruguayo Carlos Larghero atendiera al primo del joven africano en España.

"Hace 10 años que atiendo a su primo Lucio, que se llama Marcelino Mendy, pero le dicen Lucio. Él siempre me invitó a ir a Gambia. Un día acepté. Ahí conocí a Changa, lo vi jugar y Lucio me dijo 'llévatelo a Uruguay, este puede ser un gran jugador'", contó Larghero.

El odontólogo contó que sacarlo de Gambia no fue sencillo. "Por el tema de los papeles, porque en Gambia no hay consulado. Pero por suerte la cónsul de Uruguay en España se portó muy bien. Mucha gente ayudó a Changa, como Ousman Jarju, que era el que traducía por videoconferencia lo que pedía la cónsul".

Larghero agregó: "Al final logré llevarme a Changa en un vuelo que tardó más de un día en llegar desde Gambia a Uruguay".

"Salí sin nada rumbo a Senegal para viajar a España. Yo no sabía nada de viajar. Y en el aeropuerto un muchacho me preguntó para dónde iba y le digo: a Uruguay. Me preguntó si tenía plata y me robó los únicos US$ 50 que tenía. Me dijo: 'Dame la plata y pasá'. Llegué a España y no tenía cómo comunicarme con Carlos. Dormí todo el día en el aeropuerto. Hasta que vi a un africano y le pedí si me prestaba el teléfono para hacer un llamado. Llamé a Carlos para avisarle. Estuve 24 horas sin comer", contó Changa a Referí.

Una vez en Uruguay, el doctor Federico Napa le dijo a Larghero que fueran al Centro de Alto Rendimiento de Peñarol para hablar con Álvaro Regueira para una prueba. "Regueira no estaba porque operaban a su padre pero estaba Curutchet, que dijo 'vamos a probarlo'", contó el odontólogo. Y concluyó: "En el Complejo conoció a Iván y se hicieron muy amigos. Pero llegó el momento que, cumplidos los tres meses, Changa tenía que regresar o quedarse en Uruguay y ahí empezó el problema. Al final la familia Maidana lo acogió. Fue un hijo más para ellos. La verdad que Dios lo ayudó en todas sus etapas porque es una historia muy rara, yo lo quise ayudar porque es un chico que lo saqué de la selva, de su tribu y lo llevé a Uruguay. Es buena gente, se merece lo mejor y él lo que quiere es ayudar a su familia y a su pueblo. Por suerte conoció a Rafael Boghtchumian que le está dando una gran mano para sacarlo adelante".

Tres anécdotas

Sacate sangre
Luis Iván Cartes recordó el día que fue a anotar a Changa a la sociedad médica. "Lo acompañé a hacer todos los análisis. Nunca se había sacado sangre. Y volvió con el brazo estirado todo el viaje. Me decía: 'Me duele'".

La bronca
"Una vez me tocó entrenar en Los Aromos y como el ómnibus de juveniles sale más temprano, Changa se fue antes. A los pocos días, le comenté: 'Mañana voy con ustedes'. Nos acostamos a dormir. Me despierto al otro día, miro para el costado, y Changa ya no estaba. Miro la hora: 8.30. Me paré como loco. Lo llamé y el señor ya estaba en el complejo. Pah, arranqué en ómnibus furioso, llegué y lo insulté todo", recordó Iván.

No hace mate
"Me cuesta que me arme un mate. Se lo tengo que armar todos los días. Nunca se va a levantar a las 6.30 para hacer el mate. De mañana me levanto siempre yo. Y él sabe hacerlo", dijo Iván. Changa se defendió diciendo que "Iván ronca mucho (risas)".


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