Los aplausos de 18 mil espectadores acompañaron a los más de 120 artistas que hubo en escena. Allí se vio una cama que parecía flotar sobre el escenario.
Desde una hamaca, Malena Muyala hizo La muchacha del circo. Y se pudo ver tango aéreo, una experiencia que aportó la compañía argentina de Brenda Angiel, que por primera vez se presentó en Uruguay. La agrupación El Arranque, de la vecina orilla, sorprendió con sus versiones y su entusiasmo, que encajó muy bien con Bajofondo y su visión innovadora del tango.
Hubo vértigo en los artistas que se desplazaron desde la Torre de los Homenajes hasta la escena, en una acrobacia que fue seguida por un público en vilo. Se vieron imágenes poco o nada conocidas sobre el tango y el mundo del espectáculo de entreguerras en Uruguay, un período riquísimo del que hay mucho por difundir.
Es que "El Delirio" fue también un show que supo divertir enseñando, dado que en él se vio mucho material y se contaron muchas historias que buena parte del público quizá no conocía, o no sabía en profundidad. Desde el asombro que produce la acrobacia a la elegancia del bailarín clásico, no faltó nada en esa inolvidable noche de sábado.
Desde una hamaca, Malena Muyala hizo La muchacha del circo. Y se pudo ver tango aéreo, una experiencia que aportó la compañía argentina de Brenda Angiel, que por primera vez se presentó en Uruguay. La agrupación El Arranque, de la vecina orilla, sorprendió con sus versiones y su entusiasmo, que encajó muy bien con Bajofondo y su visión innovadora del tango.
Hubo vértigo en los artistas que se desplazaron desde la Torre de los Homenajes hasta la escena, en una acrobacia que fue seguida por un público en vilo. Se vieron imágenes poco o nada conocidas sobre el tango y el mundo del espectáculo de entreguerras en Uruguay, un período riquísimo del que hay mucho por difundir.
Es que "El Delirio" fue también un show que supo divertir enseñando, dado que en él se vio mucho material y se contaron muchas historias que buena parte del público quizá no conocía, o no sabía en profundidad. Desde el asombro que produce la acrobacia a la elegancia del bailarín clásico, no faltó nada en esa inolvidable noche de sábado.
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